Hoy nos toca despedir a quien fue, esencialmente, una gran persona y también un gran sociólogo. Todo aquello por lo que recordaremos a Miguel son virtudes: un humor exquisito, una profunda generosidad profesional, calidez en el trato y un legado científico como pocos. Fue autor de obras con un marcado impacto para el mundo académico latinoamericano, tanto cuando escribió solo como como cuando lo hizo con coautores. Sin ánimo de exhaustividad ni representatividad, sentimos la necesidad de mencionar: Estudios sobre los orígenes del peronismo, con Juan Carlos Portantiero; con su hija María Rosa, El caso de Argentina en la obra de la FAO Dinámicas del mercado de la tierra en América Latina y el Caribe: concentración y extranjerización; con su esposa Gloria Cucullu, Tipología de pequeños productores campesinos; con Osvaldo Barsky, La agricultura pampeana: Transformaciones productivas y sociales; con Norma Giarraca, Carlos Marx y el análisis del agro; como único autor Agro argentino: algunos problemas para su análisis o Incluidos y excluidos en la reestructuración del agro latinoamericano; e innumerables trabajos más.
Fue un defensor de valores humanos y de una academia íntegra. Hace algunos años, ya jubilado, escribió un paper y lo envío a una revista. Le exigieron una formalidad: que incorpore su pertenencia institucional y contestó que no tenía. Hubo al menos dos centros que ofrecieron dársela, pero su respuesta fue “No quiero publicar en donde piensen que las formalidades son más importantes que el pensamiento”.
Fue formador y propulsor de numerosos grupos de investigación y dirigió e inspiró a muchos colegas, quienes a su vez ya son formadores de científicos sociales y directores de equipos de investigación.
Cuando el CEAR, en 2008, realizó unas jornadas en su homenaje e impulsó el doctorado honoris causa, él embelesó a la audiencia, primero con anécdotas que, al tiempo que hilarantes, invitaban a la reflexión, algunas de ellas transcurridas en su exilio (en Canadá y en Ecuador) durante la última dictadura cívico-militar, y después, con una clase magistral de lo que fue el Desarrollo del Capitalismo en el agro mundial y en la Argentina en particular, haciendo lugar para las consecuencias de esos macro-procesos en la vida de las personas. Fue alguien que supo ver procesos sociales sin perder su empatía con la gente.
Una de las últimas veces que nos visitó en la UNQ, tal vez la última, fue en julio de 2016, en el marco de las “XIII Jornadas Nacionales y IV Jornadas Internacionales de Investigación y debate, Sujetos Sociales y Territorios Agrarios Latinoamericanos. Siglos XX y XXI”, donde compartió el panel de cierre con otro referente de la sociología, Alessandro Bonnano. Recordamos un día de risas, haciendo que la realidad agraria y sus sujetos fuesen más comprensibles e incentivando a muchos de los jóvenes diciéndonos que nuestro trabajo era interesante. Sí, él nos hacía creer que nuestras producciones valían la pena.
¡Gracias Miguel por tanto!